El mayor reto de la humanidad es el problema energético. Explicamos cómo la tecnología de la información puede darnos algunas respuestas.
En el punto álgido de la burbuja tecnológica en marzo de 2000, el gasto en infraestructuras de Internet había explotado. Cisco Systems tenía un valor bursátil de 578.000 millones de dólares (unos 433.500 millones de euros) y los inversores de capital riesgo aportaban millones para cualquier cosa que acabase en “.com”. A lo largo de los tres años siguientes quebrarían 655 empresas de telecomunicaciones y desaparecerían de las bolsas 5 billones de dólares (unos 3,75 billones de euros) de capitalización de mercado.
Un desastre, ¿verdad? Es lo que parecía entonces. Reunir dinero para poner en marcha una start-up de Internet se convirtió en misión imposible en Sand Hill Road, la calle donde se concentran numerosas firmas de capital riesgo en Silicon Valley. Sin embargo aquella inversión en infraestructura de Internet -los conmutadores, los routers, y el cable de fibra óptica- redujeron drásticamente el coste del ancho de banda y posibilitaron alcanzar un nivel de aplicación, que es lo que nos encanta de Internet en la actualidad: Twitter, películas en streaming, la computación en nube. Hoy usamos la tecnología de la información para hacer cosas que no podíamos ni imaginar en 2000, por ejemplo, comprar zapatos sin probárnoslos. Todo esto se ha conseguido gracias a software e ideas ingeniosas para usar de la mejor manera posible la infraestructura existente.
En esta historia hay analogías muy importantes con la energía limpia. Los biocombustibles avanzados, los coches eléctricos y la energía solar están viviendo su propia época de apogeo y declive. El coste de los paneles solares ha caído de 4 dólares por vatio (unos 3 euros) a menos de 1 dólar (unos 75 céntimos de euro) en solo cuatro años. Eso es malo para los inversores en energía solar y los fabricantes sobreviven a duras penas. Algunos han tenido que abandonar el negocio, pero al mismo tiempo se están creando infraestructuras. El gasto en energía solar, eólica y otras formas de energías renovables se ha disparado, alcanzando los 250.000 millones de dólares al año (unos 187.500 millones de euros).
Reunir capital riesgo para tecnologías limpias que necesitan mucho capital para arrancar, sobre todo empresas dedicadas a nuevas formas de producción de energía que se encuentran en su primera fase de desarrollo, es cada vez más difícil. Eso hace que inversores como nosotros pensemos en nuevas formas de invertir nuestros dólares en el problema energético. Creemos que la próxima oportunidad está en lo que nosotros denominamos la “web limpia, una forma de tecnología limpia que aprovecha Internet, los medios sociales y las comunicaciones móviles para cambiar nuestro sistema de consumo de recursos, nuestra forma de relacionarnos con el mundo, de interactuar con los demás y de lograr el crecimiento económico.
La tecnología de la información y los modelos de negocio en la red que están teniendo un rápido crecimiento pueden ampliar el uso de energías renovables. En la actualidad los retos a los que se enfrentan industrias como la solar, la eólica y la de los biocombustibles no tienen demasiado que ver con cuestiones puramente científicas. Gran parte de los avances científicos necesarios ya se han dado y, en algunas circunstancias, la electricidad procedente del viento y el sol es más barata que la que proviene de los combustibles fósiles. Ahora mismo, lo que detiene a estas industrias son los malos canales de venta, una financiación y un sistema de incentivos complejos y el fracaso a la hora de comunicarse con los consumidores.
Eso implica que esta industria está preparada para un cambio que incluya la introducción de tecnologías de la información, que se encargarán de impulsar la próxima fase de reducción de costes y difusión, especialmente en el caso de la energía solar. El precio de una instalación solar doméstica se ha reducido a la mitad en los últimos años, pero la bajada del coste de los paneles ya no seguirá. En la actualidad, más de la mitad del precio de una instalación solar doméstica se compone de costes blandos como la evaluación de necesidades, la adquisición de clientes y la financiación. De media, las empresas solares se gastan 2.500 dólares (unos 1.875 euros) en conseguir cada nuevo cliente. Imagínate la frustración de la empresa cuando, después de mandar un camión hasta una casa, el instalador descubre que la sombra de un árbol sobre el tejado hace inviable el proyecto o que el cliente no puede conseguir financiación. Es un gasto significativo de tiempo y dinero.
Una mejor información puede aumentar la eficacia. Por ejemplo, OneRoof Energy, una empresa solar en la que hemos invertido, usa imágenes por satélite para elaborar proyectos para los clientes a distancia, determinando el coste y la viabilidad de los mismos mucho antes de que el camión aparezca por su casa. Otra empresa que respaldamos, Solar Mosaic, reúne dinero para financiar instalaciones solares mediante elcrowd-sourcing en línea. Calculamos que las soluciones basadas en la tecnología de la información podrán, por sí solas, reducir el coste de las solares en otro 75 por ciento. Si estamos en lo cierto, la energía solar podría ser decididamente más barata que la electricidad generada mediante carbón. Y podría acabar cubriendo de un 15 a un 20 por ciento de las necesidades de energía eléctrica de EE.UU.
Al contrario que la tecnología limpia tradicional, la web limpia no siempre tiene que ver con producir energía. Piensa por ejemplo en los mercados de redes punto a punto (P2P, por sus siglas en inglés) que promueven el consumo cooperativo. Airbnb es un servicio en línea que permite a los consumidores alquilar alojamientos en las casas de particulares en vez de en un hotel. Probablemente la empresa no se fundó pensando en la eficiencia energética, pero dado que los hoteles gastan tres veces más energía que una casa media, el impacto acumulado de reducir el uso de habitaciones de hotel puede ser significativo. La empresa alquila más de 10.000 habitaciones cada noche; y a pesar de que eso es menos de una décima parte de las habitaciones de hotel disponibles en Las Vegas, hay que tener en cuenta que este ahorro se organiza casi exclusivamente a través de un programa de ordenador, y Airbnb está creciendo extremadamente rápido (ver mapa). Ésa es la idea: conseguir los beneficios de la tecnología limpia a la velocidad y la escala que proporciona la Web.
Reestructurar los mercados para ahorrar recursos no se limita al los hoteles y el entorno inmobiliario. Los programas de coches compartidos están creciendo a gran velocidad: la cifra de coches compartidos en Estados Unidos creció desde los poco más de 1.400 en 2000 hasta los más de 12.000 el año pasado. Zipcar, el líder del mercado estadounidense de coches compartidos, afirma que cada uno de sus vehículos compartidos elimina la necesidad de fabricar otros 15. Con las cifras actuales, eso supone 190.000 coches que no hay que fabricar. La tecnología de la información que facilita las videoconferencias y el trabajo a distancia también recorta el gasto energético.
Los programas de ordenador valen lo que valgan los datos que introducimos en ellos. En la actualidad ésa es una limitación muy importante, pero vemos cómo se está superando rápidamente. Ahora mismo hay 2.500 millones de sensores conectados a Internet, por ejemplo localizadores GPS en palés de transporte o incluso sensores de volumen en cubos de basura. Se espera que ese número crezca hasta los 100.000 millones a lo largo de los próximos 10 años. Con la aparición de esta “Internet de las cosas” llegará un aumento exponencial de los datos que se pueden recopilar y analizar, lo que creará nuevas oportunidades para descubrir patrones y posibilidades de ahorro de energía.
A finales del año pasado, las compañías eléctricas estadounidenses habían instalado 26 millones de contadores inteligentes en los hogares del país, y está sucediendo lo mismo en China y en Europa. Estos contadores, combinados con sensores en lavavajillas o termostatos, proporcionarán una información mucho más detallada sobre los patrones de uso de energía de los hogares. Gracias a esta información, los consumidores podrán cambiar sus patrones de uso de energía a momentos en los que esta sea más barata. La iniciativa 'Botón Verde de la Casa Blanca', que obliga a las compañías eléctricas a compartir con sus clientes los datos sobre consumo de energía, será muy importante para que el ejército de desarrolladores que hay ahí fuera cree la próxima gran aplicación de energía doméstica.
Según el grupo Cleantech, desde 2009 los inversores de capital riesgo han aportado fondos en 414 rondas de financiación de web limpia, lo que representa un 18 por ciento de todos los acuerdos de tecnología limpia. Emprendedores, diseñadores e ingenieros se reúnen en eventos de fin de semana por todo el país en los que compiten para crear las mejores aplicaciones posibles en 36 horas usando datos públicos, como las clasificaciones de eficacia energética de las neveras vendidas en Amazon.com o los perfiles energéticos de los edificios públicos. Hemos llevado a cabo eventos en San Francisco y en Nueva York y tenemos media docena más planeados para este año. Aún estamos en los primeros pasos de este movimiento, pero cada vez más gente comprende que el nivel de aplicación de la tecnología energética del futuro se está escribiendo hoy.
Sunil Paul y Nick Allen son socios de la firma de capital riesgo Spring Ventures en San Francisco (EE.UU.)
Copyright Technology Review 2012.
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