Por MELINDA BECK
Mark Carter reconoce que es un acaparador digital.
El gerente de inventario de 42 años estima que tiene unos 24.000 archivos MP3, 4.000 libros digitales, 2.000 discos compactos, 3.000 fotos familiares guardadas en DVD y al menos 1.300 correos electrónicos salvados, algunos que datan de hace 20 años. "Son una gran ayuda para la memoria", dice Carter, quien trabaja en un Wal-Mart de Bloomington, Illinois.
"Guardo estas cosas principalmente porque me preocupa que desaparezcan de la red o que las quiera cuando esté lejos de mi conexión a Internet", señala Carter.
La definición de acaparamiento es la acumulación de artículos más allá del punto de utilidad y, a menudo, alude a cosas como ropa, periódicos o gatos. Pero también puede aplicarse a los archivos digitales, una práctica que está más oculta que la acumulación extrema de cosas físicas.
"El desorden digital no causa la aparición de ratones ni obstaculiza el paso en una casa", dice Kit Anderson, ex presidente del Instituto para Desafiar la Desorganización, un organismo sin ánimo de lucro que estudia el acaparamiento. "Pero es más insidioso porque nadie va a insistir en que busque ayuda", señala.
No existe una estadística de cuántas personas sufren de acaparamiento digital, pero la proliferación de aparatos, la explosión de información y la abundancia de almacenamiento barato hace demasiado tentador acumular e-mails, mensajes de texto, documentos de Word, páginas web, fotos digitales, juegos de computadora, archivos de música, películas, videos caseros y temporadas completas de programas de televisión en cantidades que hace imposible su uso o seguimiento.
"El acaparamiento digital es un gran problema. Existe tanta capacidad de almacenamiento disponible que ya no tenemos que tomar decisiones", señala David Nowell, neuropsicólogo especializado en problemas de atención de Massachusetts. "El problema no es que desacelera su computadora, desacelera su cerebro", advierte, ya que cada una de esas fotos, enlaces y carpetas exigen cierta cantidad de energía mental.
Claro, muchas personas logran mantener amplias colecciones de archivos digitales de forma organizada, reduciendo la desorganización en sus vidas. Kathy Riemer, una asesora de comunicaciones de Chicago, cuenta que su "tasa de retención digital" (incluyendo 2.400 documentos Word y 39.575 e-mails divididos en 69 grupos) mejora su productividad y le da tranquilidad. "El guardar todo me ahorra volver a crear algo ya hecho y me permite proveer un contexto histórico a proyectos a largo plazo", explica.
No existe un número establecido de correos en una bandeja de entrada que defina a un acaparador. La acumulación se vuelve extrema, dicen los expertos, cuando es desorganizada y carece de función y cuando se interpone en el camino de otras relaciones y responsabilidades.
Christina Villarreal, una terapeuta de comportamiento cognitivo de California, cuenta que tiene clientes en la industria tecnológica (principalmente hombres jóvenes) que gastan una cantidad de dinero en colecciones de música, juegos o aparatos tan alta que terminan apartándose del mundo real.
"No pueden pagar el arriendo o comprar comida porque tienen que comprar esa última pieza de equipo que sostenga su hábito", dice Villarreal. La doctora anota que el acaparamiento a menudo empieza como una forma de sentirse bien o llenar un vacío en la vida, pero que deja a quienes lo padecen más aislados. La terapeuta ayuda a sus clientes a volver a aprender habilidades sociales y encontrar otras actividades que puedan disfrutar.
El acaparamiento digital puede tener su raíz en los mismos problemas psicológicos que generan otros tipos de acumulación extrema, afirman expertos. "En el fondo, están el miedo y la indecisión", dice Katherine Trezise, la actual presidenta del Instituto para Desafiar la Desorganización. "Veo a personas con cientos de íconos en sus pantallas porque tienen temor de que no los podrán encontrar de nuevo".
El acaparamiento se considera oficialmente una forma de trastorno obsesivo compulsivo, pero algunos acumuladores también sufren de trastorno de déficit de atención con hiperactividad. Algunos acaparadores digitales son perfeccionistas que no saben cuándo parar su investigación o hábito de coleccionar.
Algunas empresas de tecnología ofrecen una serie de soluciones para dichos problemas, incluyendo herramientas para archivar, etiquetar, guardar y encontrar cosas incluso en las computadoras más desordenadas. También existe una creciente tendencia a mantener el material digital en la nube en lugar del disco duro. Portales que reproducen música, películas y programas de televisión eliminan la necesidad de almacenar archivos grandes, de la misma forma que hay sitios para cargar fotos, como Flickr.
Programas que duplican archivos, como Carbonite, pueden hacer copias de respaldo de todo lo que está en una computadora, lo cual debería aliviar el temor a perder contenido. Otros, como Dropbox, permiten a los usuarios almacenar cualquier cosa en casilleros virtuales que pueden ser abiertos desde cualquier aparato conectado a Internet con un nombre de usuario y una contraseña.
Pero por más útiles que sean estas herramientas, los expertos advierten que el hecho de aumentar la capacidad de almacenamiento elimina el incentivo de borrar o priorizar.
Algunas veces, lo que hay que organizar es la mentalidad de un acaparador. "Es importante determinar las razones que llevan a la acumulación extrema", indica Marla Deibler, psicóloga de Nueva Jersey. "¿Qué necesita realmente? ¿Qué le da miedo perder?"
Carter, el gerente de inventario de un Wal-Mart, dice que nunca ha usado la reproducción de audio o video desde Internet, no ha necesitado un programa de búsqueda separado para su disco duro, ni ha almacenado algo en la nube. Asegura que sabe dónde está todo y cómo acceder a ello.
Señales de alerta
No hay un criterio oficial para diagnosticar que alguien padece de acaparamiento digital, pero estos son algunos signos de peligro:
Excedió sus 7 gigabytes de espacio gratis en Gmail y tiene que comprar más.
Borrar cualquier cosa lo vuelve ansioso, incluso cosas que no recuerda por qué las guardó.
Se demora más en buscar un archivo que en descargarlo de nuevo.
Tiene decenas de íconos en su pantalla y no sabe para qué sirven.
No recuerda todas sus cuentas de correo electrónico o medios sociales ni cómo acceder a ellas.
Tiene memorias flash repartidas en cajones, bolsillos y bolsos sin tener idea de lo que contienen.
La gran mayoría de sus miles de fotos digitales son pésimas.
Ha acumulado temporadas enteras de programas de TV malos que no tiene ni la más mínima intención de mirar.
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