Por SPENCER E. ANTE y JOANN S. LUBLIN
El ingreso de Facebook Inc. al mercado bursátil estará acompañado de varios superlativos. Pero ningún aspecto de la compañía es más excepcional que la edad de su fundador y presidente ejecutivo, Mark Zuckerberg, de 27 años.
Una vez que la red social haga su debut en la bolsa de valores, Zuckerberg se convertirá en el presidente ejecutivo más joven de una de las 1.000 empresas más importantes de Estados Unidos en la lista de la revista Fortune, de acuerdo con un análisis encargado por The Wall Street Journal a la firma de cazatalentos Korn/Ferry International.
Apenas cuatro ejecutivos menores de 40 años tomaron las riendas de empresas en el índice Standard & Poor's 500 entre 2004 y 2008, según un estudio de la firma de reclutamiento de ejecutivos Spencer Stuart. En 2010, la edad promedio de los presidentes ejecutivos entrantes en las 500 empresas del S&P era 52,9, frente a 54,7 en 2006, señala el Conference Board, un grupo de investigación empresarial.
En los últimos años, la industria tecnológica ha llevado un número de ejecutivos jóvenes al máximo cargo de las empresas, incluido el presidente ejecutivo de Google Inc., Larry Page, de 38 años. Ocho de las 42 empresas de tecnología e Internet que salieron a bolsa en EE.UU. en 2011 estaban encabezadas por líderes de menos de 40 años en ese momento, según datos de la firma Dealogic.
Estos incluyen a Andrew Mason, de 30 años, de Groupon Inc., y Spencer Rascoff, de 35 años, del sitio web de bienes raíces Zillow Inc. Gary Wei Wang tenía 38 cuando el proveedor chino de videos en línea Tudou Holdings Ltd. salió a bolsa el año pasado.
El ascenso de la nueva generación vuelve a plantear los argumentos del valor de la juventud a la hora de tomar decisiones. El debate usualmente enfrenta los beneficios de la creatividad y la familiaridad con las tecnologías emergentes y la necesidad de una toma de decisiones disciplinada y experiencia para lidiar con desafíos en medio de condiciones económicas desfavorables.
Vivek Wadhwa, experto en teoría administrativa, sostuvo en un reciente ensayo que la obsesión de Silicon Valley con la juventud podría explicar la reciente racha de pobres retornos de la industria del capital de riesgo. Wadhwa llegó a esa conclusión tras estudiar más de 500 empresas de tecnología e ingeniería que tenían más de US$1 millón en ventas y al menos cinco empleados.
Wadhwa encontró que la edad promedio de los fundadores de esas empresas exitosas era 39, y que había el doble de fundadores mayores de 50 que menores de 25. La experiencia, concluyó, supera a la juventud con más frecuencia de lo que muchos creen. "La edad provee una ventaja clara", agregó.
Ben Horowitz, de la firma de capital de riesgo Andreessen & Horowitz, delineó en 2010 el contraargumento en un largo comunicado en el sitio web de su empresa. En la nota, explicaba que él prefería apostar a compañías lideradas por fundadores que tendían a ser jóvenes, porque son mejores a la hora de encontrar productos innovadores, aunque reconoció que eran peores que los presidentes ejecutivos experimentados a la hora de extraer ganancias de esos productos, pero, agregó, eso es algo que es más fácil de enseñar.
James W. Breyer, miembro de la junta directiva de Facebook y quien como tal trabaja de cerca con Zuckerberg, dijo que la edad cada vez importa menos. "Las habilidades, la pasión, la curiosidad intensa y un coeficiente intelectual extremadamente alto son más importantes", dice.
Una vez que Facebook salga a bolsa, los accionistas también se concentrarán en la madurez de Zuckerberg. En los primeros años de la compañía, la juventud del presidente ejecutivo a veces se hizo evidente.
En 2006, cuando los usuarios de Facebook reaccionaron de forma negativa al lanzamiento de "Noticias", que resume la actividad del usuario en la red y que fue comparado a un "acoso virtual", Zuckerberg intentó calmar a los usuarios diciéndoles: "Tranquilos" y "Respiren". Sus comentarios, emitidos a través del blog de la compañía, fueron vistos como condescendientes. Desde entonces, ha aprendido de sus errores y les ha ofrecido disculpas a los usuarios por tropiezos subsiguientes, asegurándoles que está comprometido a respetar la privacidad. Un vocero de Facebook declinó hacer comentarios.
Zuckerberg ha intentado crecer en otros aspectos más obvios. Ha cambiado sus tradicionales sandalias Adidas por unos zapatos deportivos Brooks y se vistió de traje y corbata cuando el presidente Barack Obama visitó la empresa en abril de 2011. Desde sus primeros días en Silicon Valley, también ha buscado el consejo profesional de presidentes ejecutivos experimentados, como Paul Otellini, de Intel Corp., y Bill Gates, de Microsoft Corp.
En una entrevista con The Wall Street Journal en octubre, Zuckerberg dijo que la mayor lección que había aprendido de liderar Facebook en los últimos ocho años era manejar equipos e incentivar empleados. "Estamos aprendiendo muy bien a identificar el tipo de personas que realizará tareas determinadas", dice. "Eso es algo de lo que no tenía ni idea cuando pasamos de ser una empresa de entre 50 y 100 empleados a la que somos ahora".
De todos modos, la juventud tiene sus desafíos. El año pasado, cuando Mason, de Groupon, promovía entre inversionistas la salida a bolsa de la empresa de cupones de descuento en línea, una foto en su cuenta de Twitter lo mostraba en boxers y camiseta abriendo alegremente una consola de videojuegos Wii, de Nintendo.
Los presidentes ejecutivos jóvenes usualmente necesitan ayuda de ejecutivos más fogueados. Josh James tenía 32 años cuando en 2006 sacó a bolsa la empresa de análisis en la web Omniture Inc. Para cubrir vacíos en su propia experiencia, James contrató a un ejecutivo de ventas veterano que había manejado US$40 millones en negocios y a un gerente financiero que había conducido una empresa de US$150 millones en ventas.
Los líderes jóvenes también podrían perderse un poco ante situaciones que colegas más experimentados sabrían manejar. En 2006, a los 32 años, Matthew McCauley se convirtió en el presidente ejecutivo más joven de Gymboree Corp., una cadena minorista de ropa para niños.
No haber tenido experiencia "en tratar cosas y haber fracasado" lo liberó para pensar distinto, dijo. Pero también lo dejó vulnerable cuando se vio enfrentado a la decisión de cerrar una de sus marcas que estaba arrojando pérdidas, seis meses después de haber asumido el cargo.
"Nunca había conducido toda una empresa, ni nunca había cerrado toda una empresa", dice. "Si lo hubiera visto antes, habría sabido qué esperar y habría sido más fácil".
McCauley convocó a sus principales lugartenientes, les describió los problemas con la marca Janeville y pidió soluciones. Los ejecutivos acordaron que la línea debía ser descontinuada, lo que produjo el despido de 109 personas. "De esa experiencia aprendí que nunca más quería despedir a nadie", dice McCauley.
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