Por Pablo G. Bejerano / Editorial TICBeat
El presidente ejecutivo de Google ha compartido en el Mobile World Congress su visión sobre el futuro. Según Eric Schmidt las sociedades se dividirán entre tres estratos, y lo harán en función del uso que hagan de la tecnología. Existirá una élite, “hiper-conectada” a la Red y asistida por robots, una clase media y una mayoría con acceso limitado a Internet.
Eric Schmidt ha hablado en el Mobile World Congress de cómo ve el futuro. El planteamiento del que ha sido CEO de Google durante 10 años, hasta abril de 2011, y ahora es su presidente ejecutivo entra en el ámbito social, mediatizado éste totalmente por la tecnología.
Schmidt cree que la sociedad del futuro en nuestro planeta se dividirá en tres estratos, según recoge SiliconFilter. La pertenencia a uno u otro estará definida por el uso que se hace de la tecnología y el acceso que se tiene a ella.
Tres estratos definidos por la tecnología
Unos pocos privilegiados serán los “hiper-conectados”, quienes dispondrán de acceso a redes de conexión de alta velocidad y una potencia de procesamiento ilimitada. Estos medios estarán presentes en la mayoría de las grandes ciudades. Las posibilidades de esta élite tecnológica sólo estarán limitadas por lo que la tecnología puede hacer.
Este grupo será asistido por robots, hasta el punto de poder estar en dos sitios al mismo tiempo, mediante hologramas en 3D, tal y como señalan desde VentureBeat. Los coches autopilotados, con los que Google ya está experimentando, reducirán los accidentes y la Red será como electricidad, estará en todas partes y los integrantes de este estrato estarán tan acostumbrados que ni siquiera notarán que está ahí.
Un segundo grupo utilizará tecnología más barata para su trabajo y vida cotidiana, pero seguirá disponiendo de herramientas efectivas. Constituirán la clase media del futuro, según Schmidt, y podrán utilizar los avances técnicos para cambiar el mundo. En este grupo se incluirían los desarrolladores, a quienes calificó de “ingenieros de la libertad humana”.
Después de resaltar que programar es “algo más que construir programas”, Schmidt también apuntó el papel de los consumidores en este grupo de clase media. Ellos apoyarán las creaciones de los primeros y defenderán los principios de la Red.
Por último el presidente ejecutivo de Google se fijó en el tercer grupo, el que estaría menos favorecido. Éste provendría de esos 5.000 millones de personas que en estos momentos no tienen acceso a Internet. Constituirán una “mayoría que aspira” a subir de escalón social. Dispondrán de un acceso limitado Internet, con proliferación de redes locales, la forma más barata de procurar una conexión.
¿Utopía o distopía?
El mensaje de Schmidt fue positivo. Una de las reflexiones que planteó el presidente ejecutivo de Google fue: “Pensad en lo fascinante que es la web hoy en día con sólo 2.000 millones de personas”. Si es así con 2.000 millones, sumando los 5.000 millones de habitantes del planeta restantes el espacio sería mucho más enriquecedor.
Sin embargo, la división que ha vaticinado recuerda al planteamiento de algunas novelas distópicas o antiutópicas, en las que los avances del ser humano no son tales sino que contribuyen a magnificar las desigualdades existentes. No suele ser habitual que las predecciones que hace alguien que pertenece al mundo de la tecnología entren en tantos detalles de carácter social.
Estamos acostumbrados a escuchar alabanzas sobre los avances de las máquinas, las posibilidades de interconexión o la robótica. Ejemplo de ello son las predicciones del prestigioso doctor en física teórica de la Universidad de Nueva York Michiu Kaku, que se centra en tecnologías concretas, así como un vídeo que lanzó Microsoftrecientemente, donde presentaba un escenario futurista e higiénico, mediatizado por la técnica.
Eric Schmidt ha entrado, en cambio, en el terreno de la composición social. Según el presidente ejecutivo de Google la tecnología está llamada a influir tanto en la construcción de la sociedad del futuro que su acceso determinará la posición de cada individuo. Esto tiene claras similitudes con un argumento propio del género de la distopía, que por lo general consiste en llevar al extremo uno de los rasgos de nuestra civilización, que es recibido por la población con los brazos abiertos.
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